viernes, 12 de octubre de 2012

Un nuevo romance. Capítulo 7



Entonces sintió el mundo derrumbarse. Después de lo que había pasado entre ellos no podía decirle adiós así como así. No podía permitirlo.

-¿Por qué?- Preguntó alzando la voz, como si fuera una niña a la que sus padres no le dejan jugar con sus amigos.

-Es probable que mi padre me necesite para proteger la aldea. -Era la primera excusa convincente que se le ocurrió.

-Pero si fue él el que nos pidió que te quedaras, para que no corrieras peligro.

-Lo sé, pero en realidad soy más fuerte de lo que cree.

- Seguro que estarán bien, no hay ningún youkay peligroso por la zona ni ninguna amenaza... -al parecer la chica quería morir peleando. Pero estaba haciendo perder la paciencia a su acompañante.

-¡He dicho que NO! ¡Me iré mañana y no pienso hablar más del tema! -le gruñó furioso, aunque estaba más enfadado con el mismo que con ella. Al segundo se arrepintió de haberla gritado así. Encima que ella trataba de convencerle de que se quedara a su lado la trataba a gritos.

Ella lo miraba al principio un poco asustada, era la primera vez que lo veía enfadado, pero después decepcionada y algo dolida. Aunque lo intentó esconder el lobo se dio cuenta inmediatamente. Intentó disculparse con ella pero giró su cabeza hacia la dirección opuesta para no mirarle y se abrazó a ella misma.

Akkaku se sentó a su lado y le tocó el brazo para que lo mirara a lo que ella le contestó con un tirón para soltarse.

-Maya... - pero ni siquiera se giró- Vamos Maya no te pongas así. -hizo ver que no lo escuchaba. - Oh venga, no quería gritarte, lo siento.

Intentó tocarle el hombro pero se giro quedando de espaldas a él. Entonces entendió de que hubiera sido mejor callarse la boca. Se maldijo a él mismo un millón de veces por ser tan idiota. No servía de nada continuar disculpándose, el mal ya estaba hecho. Lo único que podía hacer era esperar a que se le pasara, aunque para cuando lo hubiera hecho él ya se habría ido.

"No es tan malo. Si está enfadada me costará menos irme de aquí" pensaba. Pero estaba muy equivocado, ni aunque le hubiera gritado mil veces más fuerte no podía hacer que Maya lo despreciara ni un poco, lo amaba con toda su alma. Simplemente estaba molesta por la reacción que tuvo y por el hecho de que se marchara sin dar explicaciones. El joven se levantó dispuesto a marcharse pero la chica no lo hizo.

No pensaba dejarla sola después de lo que había pasado hace un rato, y menos estando herida.

-Será mejor que vayamos a tu casa, tu padre se estará enfadando "y seguramente me quiera romper el cuello si no te llevo inmediatamente". -decía y pensaba el lobo.

Como era de esperar la hanyou se quedó quieta como una estatua. Aparentando que ese hombre no existía.
El youkay no aceptó la respuesta que le dio y no pensaba dejarla allí sola (además cada vez estaba más convencido de que lo de Inuyasha no era una exageración). La tomo en brazos con delicadeza, pues aunque era muy fuerte, la hanyou tenía un cuerpo hermoso y delicado, como si de porcelana se tratase.

Al hacerlo Maya lo miró e inmediatamente su enojo se disipó, el simple mirar del verde de los ojos de Akkaku bastaba para que perdiera de vista el mundo.

Los dos se encaminaron en dirección a la aldea de Kaede. Maya miraba a Akkaku, no podía creerse que no lo pudiera volver a ver, tenía ganas de llorar pero se esforzó para no hacerlo delante de él.

En cambio la mirada de Akkaku estaba fija en su camino. Aparentemente parecía que no pensaba en nada pero su cabeza estaba a punto de estallar. No podía evitar sentirse culpable.

-Te echaré de menos. -esas palabras salidas de los labios de la joven eran una total sorpresa para el youkay. Se paró en seco y miro a Maya, que ahora tenía la mirada fija en el suelo, tal vez para que no notara lo triste que estaba. Se aferró a sus ropas y escondió su cara en el pecho de él. -No quiero que te marches -ahora su voz sonada un poco más quebrada que antes.

El chico notó como se le partía el alma al verla así. Quería abrazarla, consolarla y prometerle que nunca se separarían. Pero no podía, sus padres los obligarían a separarse y no volverse a ver. Si no estaban saliendo por lo menos podían verse como amigos.

Amigos. Esa palabra se le clavaba en el corazón a Akkaku. Ser solo amigos era aún peor. La vería todos los días sin poder contarle lo que sentía, sin poder besarla. ¿Y cómo reaccionaría  cuando ella encontrara a un hombre al que amara y que le correspondiese? Y que haría cuando se casaran o cuando estuvieran esperando un hijo.

Se puso furioso solo ante la idea de que algo de eso pasara, sería capaz de tirarse por un barranco. Quería ser el único en su vida, al que amara y se entregase.

Sus mejillas se enrojecieron ante la idea de pasar una noche con ella. Con esa pequeña figura entre sus brazos, gimiendo y suspirando su nombre. La volvió a mirar. ¡Dios era perfecta! Tenía la piel suave y ligeramente bronceada, el pelo azabache era sedoso y brillante, recogido con una coleta, los ojos eran de un dorado intenso y brillante ,como de oro fundido, su aroma se metía por su nariz y le turbaba los sentidos, y, finalmente, su figura, lo único que se podía decir era que lo estaba volviendo loco, su cintura era pequeña y sus caderas un poco más anchas, podía tener muchos cachorros ya que ese cuerpo se adaptaría perfectamente bien a varios embarazos, sus pechos no eran demasiado grandes pero él los prefería así y sus piernas eran largas y torneadas. Sin lugar a dudas sabía que no solo la amaba. Sino que también la deseaba.

Se había vuelto a poner en marcha con su caminata mientras pensaba en todo esto. Definitivamente prefería no ver como la chica hacía su vida junto a otro hombre.

-¿Volverás a veces para visitarme verdad? -en la voz de la chica se notaba una chispa de esperanza pero desgraciadamente Akkaku la debía apagar.

-Me temo que no. -dijo simplemente, ni siquiera tenía ganas de inventarse una excusa, solo servían para que se sintiera peor.

La chica calló, intentando asumir adultamente lo que le decía. Pero no era lo suficientemente fuerte y sin poder evitarlo se formaban lagrimas en sus ojos. Las cuales fueron percibidas por el agudo olfato del lobo.

-Por favor no me odies. -susurró.

Maya lo miró muy sorprendida ¿Odiarlo? ¡Ni en un millón de años! No le gustaba que pensara que ella lo odiaba, todo lo contrario, no podía vivir sin él, por eso estaba así de desanimada ante la idea de no verlo. No iba a permitir que se fuera sin que supiera los verdaderos sentimientos hacia él. Debía decírselo. Y era ahora o nunca.

-Akkaku -lo llamó para que le mirara a los ojos- yo no te odio... nunca podría odiarte. - El joven abrió grandes sus ojos. Pero Maya no había terminado de hablar. Se acercó más hacia su cara lo que no fue impedido por el lobo. -Yo... te amo.

Y finalizó esa frase atrapando los labios de el chico en un cálido beso. El cual no se esperaba el youkai pero que después de la estupefacción correspondió de buen grado.

Maya se aferró a sus ropas y Akkaku la estrechó más fuerte para así tenerla más cerca. La hanyou creía que se moriría de felicidad. ¡Estaba besando a Akkaku! ¡Y qué beso! No era como el de aquella noche, un simple roce de labios, este era mucho más apasionado. Se besaban con necesidad, y no en vano, ese deseo apareció en el mismo momento en que sus miradas entraron en contacto. Rodeó con sus brazos el cuello de él. Abrió un poco su boca para dar acceso a la lengua ajena.

El chico comprendió e introdujo su lengua por aquella humada cavidad mientras acariciaba la de la chica que amaba, la cual al sentir su tacto dejó escapar un suspiro.

Sentía que las piernas perdían fuerza y temblaban ligeramente por lo que se dirigió a un árbol que tenía al lado y se apoyó contra él sin separarse en ningún momento de los labios de Maya.
Akkaku se sentó y colocó a Maya sobre él. Las piernas de la chica estaban cada una a un lado del youkai y este posaba sus manos en la cintura femenina.

Era una delicia. Sus lenguas luchaban entre ellas para saber cuál expresaba mejor los sentimientos que sentían por el otro, sus dientes chocaban levemente, y sus labios no se alejaban si no era para tomar aliento.

Las manos del chico se deslizaron por su espalda y la acariciaron mandando así miles de descargas eléctricas por todo el cuerpo de la muchacha.

Se sentían como si hubieran muerto y estuvieran en el cielo. Ahora Akkaku no pensaba en lo que pensarían sus padres, todos los pensamientos coherentes se habían esfumado de su mente en el mismo momento en que Maya había dicho la última palabra y ahora solo seguía sus instintos. Y sus instintos le decían que con unos besos no era suficiente, necesitaba más de ella, y el pensamiento era mutuo, así que levantó su mano, un poco temblorosa, y la empezó a dirigir hacia uno de los firmes pechos de la hanyou.

Pero se quedó a medio camino. Algo le obligó a romper ese beso. Un olor. La chica hizo un pequeño gruñido de molestia pero no fue escuchado por el lobo que tenia la mirada concentrada en un punto del bosque. Maya no entendía su comportamiento, en el lugar donde miraba el youkai no había nada, al menos nada fuera de lo común. Lo comprendió de inmediato cuando el chico dejó caer una palabra: Padre.

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Hola!!!!
¿Bueno que les ha parecido? 
¡Al fin ha ocurrido el tan esperado momento: EL GRAN BESO!
No pongo imagenes porque es imposible encontrar una de los hijos de Inuyasha y Koga. Ni siquiera de Koga y Kagome que me gusten u.u 
Quería decirles que estos capítulos los había escrito durante el verano y a partir de ahora no podré subir caps tan a menudo (pero para compensarlo intentaré hacerlos más largos) porque entre el cole y las extra escolares me voy a dormir a las 00:00 acabando los deberes.




Finalmente me gustaría dar la bienvenida a dos nuevas seguidoras:

¡¡¡¡¡Bienvenidas Stefi y Gabriela Duran Mora!!!!!

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